lunes, 24 de octubre de 2011

¡Embarazada!

A media noche pude dormir y descansar un poco.
Pero al despertar  lo primero que hice fue hablarle a Alejandra,  pero no contestaba, así que decidí ir a buscarla a su casa.
Me vestí rápidamente, busqué mis llaves y salí de mi hogar.
La casa de Alejandra, esta a unas cuantas calles de mi casa, así que llegue rápido.
Toque unas cuantas veces el timbre, hasta que salió su mamá, me saludo y me pregunto si necesitaba algo.
Le regrese el saludo, y le pregunte si, se encontraba Alejandra. Me respondió que sí, que esperara un momento porque le iría hablar.
Al verla lo primero que hice fue,  darle un fuerte abrazo. Pero al abrazarla, empezó a llorar. Al verla así, supuse que lloraba por las leyes que se habían decretado. Al preguntarle si era por este motivo, me respondió que sí,  pero que también había otro motivo. No la entendí.
Me explico que ayer cuando nos corrieron de la universidad, no pudo  huir y  la detuvieron. Y  al estar en los separos, escucho a dos policías que platicaban sobre las leyes que se decretaron, y comentaban sobre algunas fábricas, a las que se mandarían a trabajar a todos los jóvenes, a los cuales, las escuelas los rechazaran, por no cumplir con las leyes establecidas.
No podía creer lo que estaba escuchando, pero ahora la decisión de huir era definitiva.
Le pregunte,  cuál era el otro motivo, por el que estaba triste. Me platico,  que ayer su novio la había terminado, porque los padres de él, le prohibieron tener cualquier tipo de relación con ella, (ya que los padres de su novio son católicos y Alejandra es cristina). Y aunque desde antes se opusieron a su relación, ahora con estas leyes aun más.
Pero esto no era lo peor de todo, ya que Alejandra estaba embarazada, y cuando se lo dijo a su novio Víctor, el decidió no apoyarla, prefiriendo a su familia.
Por un momento creí que con la ayuda de Alejandra todo iría mejor, pero no, no fue así, y ahora me sentía con más problemas que antes.
No podía dejar a mi amiga, sus padres no la apoyarían, su novio la termino, y yo no la dejaría sola, así que, por el momento me tenía que quedar.

lunes, 17 de octubre de 2011

¿Sola?

 
Después de pensar por algunos minutos, decidí lo que quería hacer: huir.
Aunque era una decisión muy precipitada. Creí que era la mejor,  y no había tiempo que perder.
Ahora lo que me preocupaba era como reaccionaria  mi abuela, esta decisión fue mía, pero ella, ¿qué diría?
De repente escuche  que alguien intentaba abrir la puerta.  Salí inmediatamente para  ver si era mi abuela, y si era ella.
Le sorprendió verme,  porque se suponía que debía  estar en la escuela.
Me pregunto,  ¿por qué estaba en casa?
Le respondí que no me habían dejado entrar, y le pregunte que si no había visto las noticias o escuchado la radio.
Me respondió que no.
Entonces, le comente lo que estaba ocurriendo, y lo que  había decidido hacer.
De inmediato me dijo que estaba  loca. Y que,  con qué  derecho decidía  por las dos.
Se molesto muchísimo,  y me advirtió que ella no dejaría su casa, su vida, ni su país. 
No la entendí, ¿cómo puede pensar así?
Por un momento yo también enfurecí,  al ver su reacción. Ella ya había hecho una vida, pero yo apenas la empezaba, me pareció muy egoísta, no pensó en mí. Yo también quería tener un futuro.
Así que, lo mejor fue retirarme a mi cuarto, no quería seguir discutiendo.
Me sentí más sola que nunca, pero no podía dejar a mi abuela e irme, eso jamás.
Pero tampoco me podía resignar a perder mi vida y mi futuro. Estaba acorralada y no sabía qué hacer.
Pero en realidad mi abuela tenía razón, yo no podía decidir por las dos. Tenía que hablar de nuevo con ella, pero eso sería mañana,  ahora estoy muy cansada.
Intente dormir, pero no pude, no podía dejar de pensar en lo que estaba ocurriendo. 
Empecé a pensar en mi abuela, mis amigos, y mi vida.
¡Mis amigos! ¡Alejandra!, mi mejor amiga, ella también le afectaría estas leyes. Me sentí muy mal, no me había puesto a pensar en ella,  y en su familia. Tenía que platicar con ella, pero ya era demasiada noche para hablarle.
En todo el día, solo había pensado en mis problemas, y en lo sola que me sentía, sin darme cuenta que en realidad no lo estaba. 
Y aunque no pude dormir en toda la noche, una esperanza llego a mi vida.  Tenía la fe de que todo fuera mejor, y con la ayuda de Alejandra podíamos buscar una solución.
(Final)

martes, 11 de octubre de 2011

Huir o quedarme

(Versión final)
Al  llegar a mi casa. Inmediatamente prendí la radio. Al escucharla por unos minutos, comprendí porque no me habían dejado entrar a la universidad.
El gobierno que tomo el poder  había decretado algunas leyes,  las cuales consistían en:
Ø La religión oficial de México es: la católica.
Ø Las escuelas públicas y privadas, solo permitirán el acceso alumnos de familias católicas.
Ø  Ningún ciudadano mexicano tendrá derecho a servicios públicos, si este no tiene dicha religión.
No podía creer lo que estaba escuchando,  era monstruoso.
Era demasiado absurdo para ser verdad. 

Aunque, la mayoría de los mexicanos son católicos.  Había muchos más que no lo eran. Pero, entonces; las personas qué no somos católicas, ¿no somos humanos?
No podía imaginar a cuantas personas iba afectar lo que estaba ocurriendo. Pero en lo particular me afectaría demasiado.
Me frustraba pensar en mi abuela. Ella necesitaba atención médica,  y  ya no se la darían.
Y que iba a pasar conmigo. Mis planes y metas a futuro, ¿se verían truncados?
No podía imaginar cómo sería mi vida de hoy en adelante. 
Me aterre al pensar,  en qué ocurriría más adelante.
¿A caso nos matarían?
 
Aunque parece una idea muy loca, no dudaría que en verdad lo hicieran.
Pero,  ¡no! esto no podía pasar. Mi vida apenas está empezando.
Después de estar por algunos minutos pensando en consecuencias aun más trágicas. Decidí  ir  a  buscar a mi abuela para comentar lo ocurrido. Pero al buscarla, me di cuenta que no estaba. Al entrar a la cocina encontré  una nota,  la cual explicaba que había salido.
Me preocupe al pensar en donde podía estar.
Por un instante me sentí muy sola y con muchos problemas.  Pero quería encontrar alguna solución, tenía la esperanza de que  algo se pudiera hacer,  y lo  primero que se me vino a la mente fue: huir.
Aunque sé que sería muy cobarde. Pero me preocupaba  pensar en mi abuela. Ella necesita atención médica,  y el gobierno le estaba quitando ese derecho.
Me aterraba imaginar mi vida sola. Aunque mi madre vivía,  ella estaba en otro país, y tiene años que no la veo, y no quería quedarme más sola de lo que ahora me siento.
Y mi mejor opción por ahora era que mi abuela y yo saliéramos del país.
Me parecía algo injusto irnos.  En este país había hecho una vida. No me parecía justo dejar mi casa, la cual nos dejo mi madre antes de irse.
Pero, ¿qué podía hacer?
Aunque tenía la esperanza de que todo esto  fuera un mal sueño,  no era así. 
Y ahora estoy en un dilema, huir  o quedarme.

domingo, 2 de octubre de 2011

¿Ahora los estudiantes somos delincuentes?

Son las 5 de la mañana,  y es hora de despertarme  para irme a la universidad.
El despertador empieza a sonar,  avisándome que tengo que levantarme. Dejo que suene hasta que segundos después se apaga.  Mientras tanto, yo pido 5 minutos más.
¡No puede ser! ¡Son las 5:20! ¡No voy a llegar!
Me levan de un jalón.  Me bañé y me vestí rápidamente.  Después preparé mis cosas para salir de mi casa.
Antes de salir fui a la cocina, por un poco de leche y cereal. Desayuné deprisa, ya que se me hacía tarde.
Al terminar de desayunar, fui rápidamente a despedirmé de mi abuela.  Entre en su cuarto, me despedí de ella y me deseó un buen día.
Al salir de mi casa caminé hacía la parada del autobús a esperarlo, el cual paso inmediatamente así que no tuve que esperar mucho.
Antes de llegar a la universidad se subió mi amiga Alejandra. Se sentó a mi lado,  me saludo e íbamos chismeando.   Al llegar nos dimos cuenta que afuera de la escuela había varios compañeros que discutían con el vigilante de la puerta.
Nos acercamos a ver qué ocurría.
Al preguntarle al vigilante porque no nos dejaban pasar.  El muy grosero nos  contesto que eran órdenes y que no nos iban a dejar pasar hasta que terminaran algunas investigaciones sobre todos los que estudiábamos,  y después nos avisarían quiénes podríamos regresar a la escuela y quiénes no.  Nos advirtió que nos fuéramos a nuestras casas. Pero no le hicimos caso y nos  quedamos un rato platicando sobre lo que ocurría.
Pero al poco rato  llegaron varias camionetas con hombres armados, y nos empezaron a ahuyentar. Cuando nos dimos cuenta de lo que estaba pasando nos aterramos muchísimo.
Todos empezamos a correr como si fuéramos delincuentes. Yo no sabía qué hacer. Alejandra había corrido y ya no la veía a mí alrededor. Así que lo primero que hice fue tomar el primer autobús que iba pasando, sin fijarme si  me llevaba a mi casa o no. Lo único que me importaba era huir de esa locura que estaba pasando. Me subí rápidamente y me senté. 
Me puse a pensar en lo que estaba ocurriendo, me empecé a preguntar: ¿Por qué no podemos pasar? ¿Qué está ocurriendo?
Tantas preguntas pasaron por mi mente pero ninguna tenía una respuesta concreta.
No me podía explicar cómo un día al despertar, la vida me pudiera cambiar tanto.