lunes, 21 de noviembre de 2011

19 años

Final
Hoy  nos llevaran a otro sitio. Realmente no sabemos adónde, pero me aterra pensar cómo será ese lugar.
Temo por nuestra seguridad.  Aunque hace unos días Víctor prometió ayudarnos,  aun no ha conseguido nada. Pero creo que no podrá hacer nada por nosotras, ya que los vigilantes acaban de llamarnos. Recogimos nuestras pocas pertenencias y salimos hacia el estacionamiento de la hacienda donde nos esperaban. El transcurso fue silencioso, pero Alejandra y yo íbamos aterradas.
Pero cuando nos dimos cuenta de que Víctor nos llevaría, nos alegramos, aunque él iba acompañado de más policías; sin embargo, estaba ahí y nos podía ayudar. Nos subimos a la camioneta. Claro,  no le hablamos a Víctor para que no sospecharan.
Íbamos en la camioneta,  cuando de repente  él nos hizo una señal que no entendimos. De inmediato saco una pistola y le disparo a los otros dos policías. Nos aterramos y nos quedamos paralizadas.  Él nos jaló y nos bajó de la camioneta. Los demás que iban a bordo corrieron,  y nosotras simplemente caminamos junto con Víctor, pero las dos estábamos demasiado impactadas, pues no nos dábamos cuenta de lo que sucedía.
Caminamos alrededor de dos horas, sin que ninguno hablara, hasta que llegamos a una casa abandonada. Víctor nos dijo que nos quedáramos aquí. Enseguida escuchamos varios helicópteros. Creímos que nos estaban buscando. Todos nos aterramos. Estábamos escondidos como si fuéramos unos delincuentes. Después de unos segundos se dejaron de escuchar los helicópteros. Nos encontrábamos  muy agotados, y nos quedamos dormidos.
Al otro día moríamos de hambre, así que Víctor salió a buscar algo para comer,  pero pasaron las horas y no regresaba.  Creímos que algo le había pasado. “sí,  algo le tuvo que haber sucedido porque ya no regreso”,  dijimos.
Estábamos  muy mal, ¿Ahora qué íbamos hacer? No podíamos salir. Temimos que alguien nos viera y nos matara.
Teníamos mucha hambre y sed. Ayer, Víctor nos había brindado agua pero no sabíamos si traía más. Buscamos en sus pertenencias y encontramos algunos garrafones de agua. Era lo único que habíamos consumido. Nos sentíamos muy cansadas. ..
Ya era muy noche y nos encontrábamos muy asustadas, ya que  estábamos solas. Yo no pude resistirme más y empecé a llorar. Alejandra, al verme así, solo me abrazo y nos quedamos dormidas. No obstante,  al amanecer todo fue diferente, pues Alejandra estaba desangrada. Ya estaba muy débil. Parecía muerta la intente ayudar pero ya no pude: había muerto.
Ahora me sentía más sola.  No podía pensar en nada.  Lloré hasta que ya no pude más. Salí de la casa, y  camine muchísimo, sin rumbo alguno.
Estaba agotada.  No sabía hacia adónde iba;  simplemente ya no quería saber nada. De repente escuche un disparo.  Sí me habían disparado. Quedé  tirada en el bosque, y ahí concluyó mi vida a los 19 años. Todo se había acabado para mí.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Ayuda


Versión final
Tenemos dos días trabajando de sirvientas en una hacienda. El primer día que llegamos, todos estábamos muy agotados, pero eso no  importó para que de inmediato nos ordenaran ir a trabajar.
Gracias a Dios, Alejandra y yo estamos juntas en las labores que debemos realizar diariamente. Por las noches,  podemos platicar y olvidarnos un poco de lo que está sucediendo.
Pero a pesar de todo, no la hemos pasado tan mal. El trato que nos dan no es del todo bueno, pero a diferencia de cómo actuaron los policías, es mejor. Esto es muy extraño porque los cuidadores han sido más indulgentes con nosotras que con las demás personas.
La otra noche, Alejandra y yo estuvimos platicando sobre esta situación. Las dos llegamos a la conclusión de que a lo mejor Víctor nos estaba ayudando. También nos dimos cuenta de que él pasaba mucho tiempo en la hacienda. Teníamos la esperanza de que, en verdad, él nos estuviera ayudando y de que nuestras sospechas fueran ciertas…
Ya han pasado casi tres meses desde el día que llegamos. En este tiempo, casi todo ha estado sereno. Lo único raro que paso, fue que casi a todos se los han llevado poco a poco. ¿Adónde? No lo sabemos, pero ya somos muy pocos los que quedamos.
A Alejandra ya se le nota más el embarazo. Esto no importa: de todos modos tiene que seguir trabajando. Lo que me aterra es qué va a pasar con ella cuando el bebé nazca, pues no sabemos si podrá quedarse con él o se lo quitarán.
Los días aquí son eternos, y a veces quisiera ser libre como antes. Pero por ahora estoy encerrada y no tengo manera de escapar.
Algo sorprendente pasó una mañana. Estaba haciendo mis labores, cuando Víctor me llamó, me metió en un cuarto muy pequeño y me dijo que no hablara muy fuerte. Le pregunté qué pasaba, y me dijo que él nos quería ayudar, pero que ya no podía hacer mucho por nosotras, ya que a él también lo vigilaban. Me dijo que dentro de una semana nos llevarían a otro lado, pero que exactamente no sabía adónde. ¡Esto era terrible! ¿Ahora qué pasaría?
Aunque todavía no sabía cómo lo lograría, Víctor me dijo que nos ayudaría a escapar, y  yo tenía fe en que lograríamos huir.






 

lunes, 7 de noviembre de 2011

Débil

Final
El transcurso ha sido largo, tenemos dos días sin comer solo nos han brindado agua. Todos estamos muy agotados, la camioneta donde viajamos es demasiado pequeña, y somos muchos abordo.
Algunos ya se desmayaron a causa del calor y la falta de alimento. También tenemos prohibido hablar entre nosotros. Este trato es inhumano pero que podemos hacer.
Ninguno de nosotros  sabemos en realidad donde nos llevan,  se suponía que a trabajar a unas fabricas, pero ahora como están las cosas, no sabemos verdadera que va a pasar con nosotros.
Alejandra por ahora está dormida, y así ha estado la mayor parte del tiempo. Supongo que prefiere estar durmiendo, que estar despierta y ver nuestra terrible realidad.
El viaje ha sido largo, y parecé que nunca se va a terminar. No sé en realidad adónde estamos; la camioneta no tiene ninguna ventana, por lo tanto, no sé qué está ocurriendo en el país.
Por un momento estuve recordando todo lo que había vivido, me puse muy nostálgica; creí que mi vida se estaba acabando y que ya no tenía futuro.
Los últimos días había tenido la fe de poder huir, o de que todo lo que estaba ocurriendo no fuera verdad, pero ahora todo ese optimismo, ya no lo tenía, estaba demasiado débil y ya no quería pensar más en alguna solución; me había resignado. A lo mejor me rendí demasiado pronto, pero no, simplemente no había opción era imposible huir de esto.
De repente escuche que la puerta de la camioneta se abría;  vi otra vez la luz del sol, aunque me lastimo demasiado mis ojos.
En la puerta estaba un policía, era demasiado joven a comparación de los otros. Traía una bolsa muy grande, de la cual saco unas tortas y bruscamente no las aventó,  y de inmediato cerró la camioneta.
Alejandra ya se había despertado, tomamos una torta cada quien. Pero me sorprendió que ella no comiera. Al verla con detalle, me di cuenta que tenía las manos temblorosas  y el rostro pálido. Le pregunte si se sentía mal, me respondió que sí y me comento que la razón era; porque el policía que nos trajo las tortas era Víctor su ex novio.
 Pero ya no me pudo decir más,  ya que no podíamos hablar mucho, porque si se daban cuenta nos iría muy mal. Ahora entendía porque estaba así, pero creí que había una posibilidad, muy remota, de que Víctor nos ayudará.


martes, 1 de noviembre de 2011

Escapar



Esta misma tarde anunciaron que se mandaría  a trabajar a todos los jóvenes, los cuales no cumplieran con las leyes establecidas, sin importar,  sexo ni condición.

Me preocupaba lo que ocurriría con Alejandra y mi abuela,  ya que es por la única razón,  por la que no hui a otro país;  y temía por sus vidas,  y claro, también por la mía.

Pero algo terrible paso esa tarde,  fue lo peor que nos pudo haber ocurrido.

Eran las seis de la tarde, cuando alguien toco el timbre; era mi abuela, que con una gran desesperación me decía que tenía que irme, no la entendí, irme, ¿a dónde?

Le pregunte, ¿por qué me decía esto? ¿por qué tenía que irme?  Ella me contesto, que no me podía quedar, porque ya venía por nosotras.

¿Cómo? ¿Quién venia por nosotras?

 
Me respondió que las investigaciones terminaron,  y habían comunicado, que se nos llevaría a trabajar a las fábricas; por no cumplir con las leyes establecidas.

Pero la advertencia de mi abuela había llegado demasiado tarde, ya que de inmediato llegaron unas camionetas con varios policías abordo. Uno de ellos me pregunto mi nombre y cuando se lo dije, de inmediato me arresto, aunque mi abuela intento impedírselo,  no pudo.

Al ver a mi abuela llorando, cuando me llevaban, sentí muchísimo miedo y coraje

Pero lo más terrible  fue, que entraron a casa de Alejandra, y golpearon terriblemente a su papá, cuando este intento detenerlos.

A empujones subieron a Alejandra a la camioneta;  ella se sentó a lado mío, y me comento que le dolía mucho su estomago, estaba muy pálida. Pero al intentar decirle al policía lo que le ocurría, el me callo y me dijo que no tenía derecho hablar.

¿Cómo?, tampoco tengo derecho hablar, supuse que esto se pondría peor.


Le pregunte en voz baja,  a un joven que estaba a lado mío, si sabía a dónde se encontraban las fabricas, a donde se nos llevaría.
El me respondió que no,  pero me comento que a las mujeres no,  se nos llevara al mismo lugar que a los hombres, ya que  a su  hermana ya se la habían llevado anteriormente,  pero a trabajar de sirvienta.

Era terrible lo que estaba escuchando.  Y lo peor era, que a lo mejor, ya nunca volvería a ver a mi abuela.

No lo podía permitir,  tenía que escapar de este infierno, pero por ahora no sabía cómo lograrlo.


lunes, 24 de octubre de 2011

¡Embarazada!

A media noche pude dormir y descansar un poco.
Pero al despertar  lo primero que hice fue hablarle a Alejandra,  pero no contestaba, así que decidí ir a buscarla a su casa.
Me vestí rápidamente, busqué mis llaves y salí de mi hogar.
La casa de Alejandra, esta a unas cuantas calles de mi casa, así que llegue rápido.
Toque unas cuantas veces el timbre, hasta que salió su mamá, me saludo y me pregunto si necesitaba algo.
Le regrese el saludo, y le pregunte si, se encontraba Alejandra. Me respondió que sí, que esperara un momento porque le iría hablar.
Al verla lo primero que hice fue,  darle un fuerte abrazo. Pero al abrazarla, empezó a llorar. Al verla así, supuse que lloraba por las leyes que se habían decretado. Al preguntarle si era por este motivo, me respondió que sí,  pero que también había otro motivo. No la entendí.
Me explico que ayer cuando nos corrieron de la universidad, no pudo  huir y  la detuvieron. Y  al estar en los separos, escucho a dos policías que platicaban sobre las leyes que se decretaron, y comentaban sobre algunas fábricas, a las que se mandarían a trabajar a todos los jóvenes, a los cuales, las escuelas los rechazaran, por no cumplir con las leyes establecidas.
No podía creer lo que estaba escuchando, pero ahora la decisión de huir era definitiva.
Le pregunte,  cuál era el otro motivo, por el que estaba triste. Me platico,  que ayer su novio la había terminado, porque los padres de él, le prohibieron tener cualquier tipo de relación con ella, (ya que los padres de su novio son católicos y Alejandra es cristina). Y aunque desde antes se opusieron a su relación, ahora con estas leyes aun más.
Pero esto no era lo peor de todo, ya que Alejandra estaba embarazada, y cuando se lo dijo a su novio Víctor, el decidió no apoyarla, prefiriendo a su familia.
Por un momento creí que con la ayuda de Alejandra todo iría mejor, pero no, no fue así, y ahora me sentía con más problemas que antes.
No podía dejar a mi amiga, sus padres no la apoyarían, su novio la termino, y yo no la dejaría sola, así que, por el momento me tenía que quedar.

lunes, 17 de octubre de 2011

¿Sola?

 
Después de pensar por algunos minutos, decidí lo que quería hacer: huir.
Aunque era una decisión muy precipitada. Creí que era la mejor,  y no había tiempo que perder.
Ahora lo que me preocupaba era como reaccionaria  mi abuela, esta decisión fue mía, pero ella, ¿qué diría?
De repente escuche  que alguien intentaba abrir la puerta.  Salí inmediatamente para  ver si era mi abuela, y si era ella.
Le sorprendió verme,  porque se suponía que debía  estar en la escuela.
Me pregunto,  ¿por qué estaba en casa?
Le respondí que no me habían dejado entrar, y le pregunte que si no había visto las noticias o escuchado la radio.
Me respondió que no.
Entonces, le comente lo que estaba ocurriendo, y lo que  había decidido hacer.
De inmediato me dijo que estaba  loca. Y que,  con qué  derecho decidía  por las dos.
Se molesto muchísimo,  y me advirtió que ella no dejaría su casa, su vida, ni su país. 
No la entendí, ¿cómo puede pensar así?
Por un momento yo también enfurecí,  al ver su reacción. Ella ya había hecho una vida, pero yo apenas la empezaba, me pareció muy egoísta, no pensó en mí. Yo también quería tener un futuro.
Así que, lo mejor fue retirarme a mi cuarto, no quería seguir discutiendo.
Me sentí más sola que nunca, pero no podía dejar a mi abuela e irme, eso jamás.
Pero tampoco me podía resignar a perder mi vida y mi futuro. Estaba acorralada y no sabía qué hacer.
Pero en realidad mi abuela tenía razón, yo no podía decidir por las dos. Tenía que hablar de nuevo con ella, pero eso sería mañana,  ahora estoy muy cansada.
Intente dormir, pero no pude, no podía dejar de pensar en lo que estaba ocurriendo. 
Empecé a pensar en mi abuela, mis amigos, y mi vida.
¡Mis amigos! ¡Alejandra!, mi mejor amiga, ella también le afectaría estas leyes. Me sentí muy mal, no me había puesto a pensar en ella,  y en su familia. Tenía que platicar con ella, pero ya era demasiada noche para hablarle.
En todo el día, solo había pensado en mis problemas, y en lo sola que me sentía, sin darme cuenta que en realidad no lo estaba. 
Y aunque no pude dormir en toda la noche, una esperanza llego a mi vida.  Tenía la fe de que todo fuera mejor, y con la ayuda de Alejandra podíamos buscar una solución.
(Final)

martes, 11 de octubre de 2011

Huir o quedarme

(Versión final)
Al  llegar a mi casa. Inmediatamente prendí la radio. Al escucharla por unos minutos, comprendí porque no me habían dejado entrar a la universidad.
El gobierno que tomo el poder  había decretado algunas leyes,  las cuales consistían en:
Ø La religión oficial de México es: la católica.
Ø Las escuelas públicas y privadas, solo permitirán el acceso alumnos de familias católicas.
Ø  Ningún ciudadano mexicano tendrá derecho a servicios públicos, si este no tiene dicha religión.
No podía creer lo que estaba escuchando,  era monstruoso.
Era demasiado absurdo para ser verdad. 

Aunque, la mayoría de los mexicanos son católicos.  Había muchos más que no lo eran. Pero, entonces; las personas qué no somos católicas, ¿no somos humanos?
No podía imaginar a cuantas personas iba afectar lo que estaba ocurriendo. Pero en lo particular me afectaría demasiado.
Me frustraba pensar en mi abuela. Ella necesitaba atención médica,  y  ya no se la darían.
Y que iba a pasar conmigo. Mis planes y metas a futuro, ¿se verían truncados?
No podía imaginar cómo sería mi vida de hoy en adelante. 
Me aterre al pensar,  en qué ocurriría más adelante.
¿A caso nos matarían?
 
Aunque parece una idea muy loca, no dudaría que en verdad lo hicieran.
Pero,  ¡no! esto no podía pasar. Mi vida apenas está empezando.
Después de estar por algunos minutos pensando en consecuencias aun más trágicas. Decidí  ir  a  buscar a mi abuela para comentar lo ocurrido. Pero al buscarla, me di cuenta que no estaba. Al entrar a la cocina encontré  una nota,  la cual explicaba que había salido.
Me preocupe al pensar en donde podía estar.
Por un instante me sentí muy sola y con muchos problemas.  Pero quería encontrar alguna solución, tenía la esperanza de que  algo se pudiera hacer,  y lo  primero que se me vino a la mente fue: huir.
Aunque sé que sería muy cobarde. Pero me preocupaba  pensar en mi abuela. Ella necesita atención médica,  y el gobierno le estaba quitando ese derecho.
Me aterraba imaginar mi vida sola. Aunque mi madre vivía,  ella estaba en otro país, y tiene años que no la veo, y no quería quedarme más sola de lo que ahora me siento.
Y mi mejor opción por ahora era que mi abuela y yo saliéramos del país.
Me parecía algo injusto irnos.  En este país había hecho una vida. No me parecía justo dejar mi casa, la cual nos dejo mi madre antes de irse.
Pero, ¿qué podía hacer?
Aunque tenía la esperanza de que todo esto  fuera un mal sueño,  no era así. 
Y ahora estoy en un dilema, huir  o quedarme.